Imagen de gobierno: una aproximación a los limitantes del éxito

Derechos reservados Andrea Preciado

Política y lo que ronda en torno a ella es un tema de interés recurrente y complicado. No por la forma en la que se aborda sino por el fondo, lo que implica y los enfoques que se le dan, en la mayoría de los casos de manera negativa.

Un tópico concreto tiene que ver con la política en el ejercicio de gobierno, un punto medular y delicado, porque tal pareciera que entre más se habla de imagen política, de comunicación de gobierno, más desaciertos se cometen desde estos escenarios.

Cada mañana nos encontramos con nuevas polémicas políticas, decisiones poco acertadas, acciones no tomadas, reacciones inadecuadas; el gobierno en sí, la corrupción, el enriquecimiento ilícito, el endeudamiento público y un largo etcétera se traducen en una mala reputación de los políticos entre los ciudadanos y por supuesto, en el contexto internacional.

Esto no indica que todo lo relacionado a lo público se haga mal, pero sí es importante tener en cuenta la subjetividad con la que siempre será interpretada la política, no necesariamente dicho entorno implica que todas o la mayoría de las decisiones sean incorrectas sin embargo, la gente está alerta, el cerebro humano percibe la incongruencia, no razona de manera inmediata lo que se está haciendo bien o mal, pero está pendiente de sus emociones y sentimientos.

En ese sentido, los retos a los que se enfrenta el contexto político van más allá de los proceso electorales, cuando los candidatos ya electos y sus equipos se convierten en corresponsables directos del destino de determinados sectores de la sociedad y la manera en cómo ejercen el poder.

No es de extrañarse que de manera generalizada, nos enfrentemos a una grave crisis de credibilidad y pérdida de confianza a casi todo lo que rodea al ciudadano y esa crisis no tiene otro fundamento más que el ejercicio político y la manera en la que los actores políticos comunican.

A eso le sumamos la percepción generada por la información vertida a través de los medios de comunicación y el acceso ilimitado a los canales socio-digitales que ofrece la tecnología, pues los múltiples mensajes anexados al contexto sociocultural generan confusión, misma que tiende a interpretarse de manera negativa, luego de que son afianzados por las experiencias presenciales que generan los políticos.

Es allí donde la manera de comunicar juega un papel fundamental, donde conocer al ciudadano y generar una estrategia adecuada para socializar información e interactuarla, pasan a convertirse en un pilar fundamental para el fortalecimiento del sistema político, de partidos y democrático.

Cuando hablamos de proyección de manera general, la teoría indica que la percepción se genera luego de la emisión de un conjunto de estímulos que a su vez son asimilados y procesados por los demás y con ello se generan una idea que convierten en realidad, pero esta realidad en la mente de los demás se construye, lenta, permanente y constante, es decir, el factor tiempo juega un papel fundamental para otorgar al emisor: reputación, prestigio y credibilidad.

Sin embargo, en gobierno las reglas cambian…

El tiempo no es tu aliado. El tiempo es un factor fundamental en la fórmula de imagen pero en gobierno éste no es el mejor aliado. Tienes poco tiempo para llevar una administración pública, gestionar, ofrecer resultados y comunicarlos.

Los compromisos se pagan pero estorban. Con compromisos no me refiero a las propuestas o promesas de campaña, sino a eso que tienen pendiente con los sectores de su partido, con los que invirtieron, con los medios de comunicación, con los cuales el político se siente en deuda, lo que se traduce en ineficiencia gubernamental que no ayuda a la  imagen ni a la comunicación.

Para el 80% de tus colaboradores, gobierno es sinónimo de premio. Es común que no se entrene al cuerpo de gobierno. No se trata de saber la ejecución técnica de las actividades cotidianas, sino de lograr que el personal entienda los propósitos de gobierno. Por lo regular no los conocen y por lo tanto no los saben ejercer ni los saben comunicar y menos si no cuentan con un liderazgo político real.

La gente ya opina algo del gobierno. En la regla de la imagen la reputación es algo que se genera lento, permanente y constante, teniendo claro lo que se quiere comunicar. Pero a gobierno entras y la gente ya tiene una idea de tu ejercicio aunque no te conozcan porque lo han padecido o han creído padecerlo durante mucho tiempo. Así que proyectar a tu gobierno es un reto contra reloj y contra prejuicios. Porque además la gente interpreta de acuerdo a contextos y los contextos cambian todo el tiempo.

Por lo tanto, es importante replantear: Al ganar una elección ¿la campaña termina, comienza o permanece? La prueba de fuego comienza, la campaña no termina y es una labor de permanencia, de constancia si el objetivo es salir con una buena posición y percepción que además ayudará a los proyectos de partido en las próximas elecciones y de paso ayuda a la política en general.

Publicado en revista de Comunicación Política #Divergente

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