El gran problema de los políticos en México es la falta de congruencia.
Tras la polémica protagonizada por la actriz, productora y ahora diputada federal priista por la vía plurinominal, los mexicanos agregamos un elemento más al grupo de cosas que nos indignan: el gobierno, la corrupción, el enriquecimiento ilícito y un largo etcétera que se traduce en comentarios racistas de personas como el multimillonario Donald Trump y no solo de él, sino de nosotros mismos, pues esta serie de acontecimientos nos han hecho perder la confianza en México, en sus políticos, empresarios, en sus ciudadanos. Y eso nos incluye a todos.
Nos enfrentamos a una grave crisis de credibilidad y pérdida de confianza a casi todo lo que nos rodea y esa crisis no tiene otro fundamento más que la imagen.
Cuando nos referimos a la imagen, enfatizamos que se trata de proyección de lo que hay en el interior hacia el exterior y esto aplica en todos los sentidos. De este modo comunicamos las personas, las empresas, las instituciones y por supuesto, las naciones.
Retomando, Carmen Salinas siempre ha sido un personaje público polémico que opina de lo que debe y lo que no, ofende a quien se le atraviese en cadena nacional o al menos en los medios de comunicación que dan apertura a su lenguaje vulgar fomentando el morbo. Esa ha sido la historia de toda la vida con la actriz que siempre se esfuerza por ocultar el talento con sus escándalos; los que protagoniza de manera natural y los que crea como el reciente efectuado desde el escenario político.
Después de recordar ese contexto, sus cometarios ni siquiera deberían sorprendernos porque consciente o inconscientemente todos sabíamos que así sería y retomo algunos puntos clave que la diputada federal nos da a conocer:
- No tiene agenda legislativa.
- No le importa la opinión del ciudadano.
- Su partido la respalda.
Cree que se debe a su partido y no al ciudadano, en pocas palabras no tiene ni idea de lo que implica su labor. Pero un momento. No detengamos la atención en ella ni le enviemos tantos reflectores por sus antecedentes y mejor reflexionemos en cuántos políticos en México son Carmen Salinas, cuántos no saben el grado de responsabilidad que se les ha conferido, acceden al poder, pierden naturalidad, con ello la autenticidad, la credibilidad y después la confianza que se depositó en ellos.
No es que el político no cumpla, lo que pasa es que prometen lo que saben que no van a cumplir; no es que el político robe o gane mucho dinero, lo que pasa es que no desquitan con su trabajo el salario que obtienen; no es que el político mienta, lo que pasa es que no se sabe conducir en total congruencia entre su discurso y su actuar. Entonces el gran problema de los políticos en México es la falta de congruencia.
Aspectos como éstos dejan por los suelos la proyección, incluida la reputación y posicionamiento de México hacia el exterior con todas las consecuencias políticas que eso implica.
Además de exigir su renuncia y manifestarnos en contra de este tipo de actitudes en la arena política, del caso Carmen Salinas debemos aprender que la crisis mexicana en gran parte se debe a la imagen que se proyecta desde este espacio.
México debe asumir su responsabilidad en la crisis que enfrenta y comenzar a trabajar en la reconstrucción de su imagen, un buen comienzo sería logrando que el mexicano vuelva a creer en sus políticos e instituciones, de este modo el posicionamiento internacional volverá a tomar fuerza.
Me encantaría decir que este es un trabajo sumamente sencillo, pero no lo es, pues como en toda construcción de reputación se requiere tiempo, constancia, disciplina y actitud. La buena noticia es que esto ¡no es imposible!
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