“El cargo público dura 3 años, la reputación toda la vida”. Andrea Preciado
Las mujeres son proveedoras, creativas, intuitivas, con excelente habilidad para la toma de decisiones, logran dividir la atención en diversas tareas y ejecutar cada una con éxito, descifran actitudes; cuentan con un sinfín de talentos y cualidades que las hacen ser líderes naturales.
Cada vez más, la mujer afianza su participación en diversas áreas que anteriormente eran dominadas, por hombres, uno de esos rubros, la política, un término que aún resulta complejo, primeramente por la terrible crisis que enfrenta de pérdida de confianza, en segundo lugar por la poca formación política que han recibido las mujeres al respecto.
La participación en política del género femenino había sido baja antes de la reciente reforma electoral y lo es ahora, quizá no en cantidad pero sí en calidad.
Para lograr un verdadero empoderamiento político, es necesario que la mujer primero se conozca a sí misma, para que logre apoderarse de su vida y después pueda, con éxito, ser dueña de sus objetivos personales y profesionales.
Es importante que la mujer conozca la imagen, qué es, cómo funciona y cómo pueden utilizarla a favor como táctica de liderazgo que les ayudará dominar eficazmente la política, siempre conscientes de que la imagen no será una proyección fabricada, sino un reflejo mejorado y potenciado de la esencia de cada mujer.
En el ámbito político, las mujeres tienen la oportunidad y el compromiso de contribuir con su labor natural de líder, a mejorar la percepción que se tiene de la política actual teniendo en cuenta que la imagen no solo es un herramienta de vida, sino un compromiso con el ciudadano.
¿Cuál no debe ser la imagen de una mujer en la política?
Servil: la que cree que su salto a la política se lo debe a los hombres y que su participación únicamente es un requisito legal. Ella no toma decisiones porque está convencida de que esa tarea no le corresponde.
Edecán sensual: la que gana dinero por su belleza física pero no le aporta nada a la sociedad. Ella prefiere que se le tome en cuenta por el físico, más que por la inteligencia.
La política que se cree político: ve como su principal competencia a los hombres por lo que decide patrones de conducta masculinos, principalmente los negativos.
La controladora: ella busca poder sin importar a quién perjudica. No ha entendido que la política es un trabajo en equipo y colaboración con el ciudadano.
Para iniciar con ese trabajo de transformación, es fundamental eliminar aquellas ideas negativas que se tienen acerca del papel que desempeña la mujer en la política, ya que únicamente se proyecta aquello que se cree y si se tiene un concepto erróneo, será éste el que se siga replicando, por tanto su trabajo seguirá siendo devaluado, por ellas mismas y por el ciudadano que es a quienes se deben.
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